sábado, 2 de octubre de 2010

30 de Septiembre. Primer día de novatadas.

Dicen que las novatadas son la mejor forma de hacer amigos. No se si será porque hicimos juntos el ridículo, porque todos ibamos pintarrajeados o porque teniamos exactamente la misma cara de susto cuando oimos los gritos de nuestros veteranos llevándonos fuera de la facultad, pero confirmo que es verdad.

El jueves pasado pudimos comprobar que no te puedes fiar ni de los profesores que entran en clase, porque a lo mejor incluso ellos están compinchados. Josema, el supuesto "insoportable de la mala leche", nos llevaba por los pasillos con una sonrisita algo sospechosa cuando nuestros señores veteranos nos arrastraron fuera. Canciones, saltos, declaraciones, pintura y hasta una procesión. Después, la pelota de ping pong nos llevó hasta el paseo, donde nos convertimos en salmones, cantantes, y hasta en tunos.


Unas cuantas canciones  y varios flex después estabamos todos sentados en La Aldaba recuperando fuerzas. Hubo hasta brindis por los "mejores novatos que ha habido en mucho tiempo". Nuestros veteranos molan, ya estamos deseando que llegue el próximo día en que nos saquen a gritos de clase.


¡Qué buenos son los señores veteranos, qué buenos son que nos llevan de excursión!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

29 de Septiembre. Día de inicio.

Todos los años por Septiembre hay una sensación que se repite dentro de cada estudiante que debe volver a clase, esa mezcla entre "alegría" por volver y horror profundo de saber que se acabó lo de levantarse tarde y no hacer nada en todo el día.  Yo pensaba que este año esa sensación no iba a apoderarse de mi: con el cambio de ambiente y de rutina la cosa sería diferente, pero muy a mi pesar no pasó como esperaba ni por asomo. Resulta que la famosa sensación seguía estando solo que sin llevar uniforme esta vez.

El 29 de Septiembre del 2010 pasará a la memoria de todo el mundo, pero aunque ellos lo recuerden como "el día de la huelga" para mi será el día que empecé la universidad. Me levanté temprano para que me diera tiempo a ducharme, preparar las cosas que debía llevar, pensar qué me iba a poner y desayunar, pero al final como siempre acabé con el tiempo justo de comerme una tostada mientras me ponía los zapatos.


En coche hasta la misma puerta, al bajar encontré una manada de gente con la misma cara de no-se-qué-tengo-que-hacer que yo. Nos costó un rato encontrar la clase donde ibamos a empezar, aunque realmente hubiera preferido no haberlo hecho: no llevaba ni media hora dentro del aula y ya me planteaba lo del cambio de carrera, ¿programar ordenadores? ¿dónde me he metido?. La cara de Rosa al lado mía no me tranquilizó pero si que es verdad eso que dicen de que mal de muchos consuelo de tontos. En cuanto pudimos salimos corriendo a la cafetería, a que se nos pasara el susto. La segunda clase del día empezó con un capítulo de Friends y acabó con los veteranos escoltándonos hasta la Aldaba.

Deseadme suerte, mis cuatro años universitarios han empezado hoy.